Onboarding breve (reflexión)
Cuando tenía que entregar trabajos en la universidad, todos los profesores -TODOS sin excepción- ponían un número mínimo de palabras. Qué rabia me daba. Yo, que siempre he sido de pocas palabras, me ponía de los nervios al ver un “extensión mínima 2500 términos”. Y entonces, a la hora de ponerme delante del ordenador y empezar a teclear, la mitad de lo que escribía era paja para conseguir llegar al mínimo y que me lo corrigieran (porque había profes que ni siquiera se leían los ensayos si no cumplías con los requisitos, en fin). Nunca lo entendí. Y todavía no lo entiendo.
Pero estoy contento, porque con el tiempo, la vida me ha dado la razón: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. ¿Para qué vas a decir en 50 palabras lo que puedes decir en 7? No entiendo eso de explayarse tanto, lo he dicho mil veces: que tu texto tenga más líneas no significa que sea mejor. Y si me equivoco, que algún copywriter me corrija, por favor (y me justifique la respuesta en pocas palabras).
Ahora vamos a llevarnos esta enseñanza al mundo del growth hacking. La cosa se pone interesante.
La brevedad en el onboarding para potenciar el éxito del growth hacking
Imagina que aterrizas como usuario en un onboarding. Ponemos dos posibles situaciones:
Situación A: te encuentras con un onboarding que tiene 12 pasos. ¿Qué pereza, no? Tiene mucha información sobre el producto que quieres comprar o la herramienta en la que quieres registrarte, sí. ¿Pero te interesa todo lo que hay escrito o prefieres algo más rápido y simple? Lo mucho cansa, las cosas como son. ¿Qué haces, entonces, ante tal “tostón”? Respuesta libre.
Situación B: te encuentras con un onboarding de 3 pasos. Fácil, intuitivo y sencillo. Ah, y además, personalizado. El súmmum del súmmum. Estoy seguro al 95% de que este sí lo finalizas y de que entiendes el valor del producto que te ofrecen, ¿me equivoco?
Repito: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
¡Ojito! Que en esta vida todo tiene matices. Y lo mismo pasa con el growth. Hemos visto que es más eficaz ir al grano, peeeeero…
Cada caso es un mundo. Y según el tipo de herramienta y el tipo de usuario, tu onboarding deberá cumplir unas expectativas u otras.
No obstante, el objetivo del onboarding lo tenemos claro: aportar valor al usuario y generarle la necesidad de seguir usando la herramienta. Así que, si estás encima de él todo el rato, quizás se canse de ti y se busque otra. No hay que atosigar; deja que explore un poco por su cuenta. Y tú, como buen growth hacker, dedícate a analizar su comportamiento: ¿qué hace después de esto?
Una vez tengas una buena base de acciones analizadas, genera eventos por las funcionalidades que haya empezado a utilizar y estén sin completar y las que no ha sabido usar. Y con esto, haz magia: cuando vuelva a entrar en su próxima sesión, muéstrale un onboarding personalizado en base a sus acciones. Ayúdale a entender lo que ha quedado pendiente. Es tu misión conseguir que se quede y no cambie de herramienta, que comprenda sus funciones y las haga suyas, que le saque el máximo partido y que no dude a la hora de renovar contigo. (Lo sé, al leerlo así parece fácil, pero yo también he estado en tu lugar y he vivido en mis propias carnes el trabajo que cuesta conseguirlo).
Pero volvemos a lo de siempre, el growth es experimento tras experimento; fallar para encontrar la fórmula que te lleve al éxito. Así que, no te desanimes si tu onboarding no triunfa a la primera, en vez de llorar, busca qué no está funcionando y soluciónalo, sé eficiente y ponte manos a la obra.
¿He sido breve o te hubiese gustado leer menos todavía? Creo que más no puedo recortar, pero si tienes alguna recomendación o sugerencia, te leo.